Nota: 9 (****)
Jean - Dominique Bauby realizó poco antes de su muerte una autobiografía sobre un brusco cambio en su vida y su intento de seguir adelante, sus tentaciones y desgracias.
Julian Schnabel no es un director de renombre. Hasta ahora sus películas han sido pasables y no han entusiasmado al público. Pero he aquí un gran film. De momento es su película. Todo se expresa a través de esa apasionante fotografía que envuelve a todo con esos planos no limpios pero sí apasionantes y, gracias a la cual, hace que el significado del film toque tus sentimientos, causándote una sensación diferente.La fotografía es la clave que, con la ayuda de ese guión y la forma en que Schnabel logra plasmarlo en la pantalla hacen de una película francesa, una de las mejores del año. No entiendo por qué no ganó el "César", pues sus actuaciones son también rebuscadas y originales, además de bien interpretadas.
El montaje no me acaba de convencer, pero es igual de diferente que los corrientes.
La música es apropiada (cuando es feliz, algo más fuerte y dramática en los momentos del hospital y sus narraciones, tan buenas como la propia narración de la película)
El trabajo de este director es arriesgado pero, a la vez, realmente original. Se ha atrevido a realizar un trabajo sobre una enfermedad de una manera diferente a la corriente y con ciertas similitudes al film de Amenábar, "Mar adentro".
La película en sí mezcla la realidad y el surrealismo y, consiguiendo rivalizar a las superproducciones americanas y las populares películas.
Es interesante ver cómo el protagonista, Jean - Dominique Bauby (Mathieu Amalric) se relaciona con sus amigos, sus hijos, y sus conocidos y estableciendo una forma de comunicación con la que va avanzando en su enfermedad.
La tristeza de los mismos, sus visiones y la voz en off adecuada, junto a esto, ver cómo era antes su afortunada vida, compenetran muy bien (a pesar de que cause una incómoda angustia) y sacan adelante la película.
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